jueves, 25 de febrero de 2010

NATALICIO DEL LIBERTADOR


EL PENSAMIENTO VIVO DEL GRAL SAN MARTIN 





San Lorenzo: los inicios
Parte de batalla de San Lorenzo
Combate de San Lorenzo (Defensa del Litoral)
"Excelentísimo Señor:
Tengo el honor de decir a V.E. que en el día tres de febrero los Granaderos de mi mando en su primer ensayo han agregado un nuevo triunfo a las Armas de la Patria. Los enemigos en número de 250 hom­bres desembarcaron a las cinco y media de la mañana en el Puerto de San Lorenzo y se dirigieron sin oposición al Colegio de San Carlos. Conforme al plan que tenía meditado en dos divisiones de a 60 hombres cada una, los ataqué por derecha e izquierda, hicieron no obstante una esforzada resistencia sostenida por los fuegos de los buques, pero no capaz de contener el intrépido arrojo, con que los Granaderos cargaron sobre ellos sable en mano; al punto se replegaron en fuga a las bajadas, dejando en el campo de batalla 40 muertos, 14 prisioneros de ellos 12 heridos, sin incluir los que se desplomaron y llevaron consigo que por los regueros de sangre que se ven en las barracas, considero mayor número.
Dos caño9nes, 40 fusiles, 4 bayonetas y una bandera que pongo en mano de V.E. y la arrancó, con la vida, el abanderado el valiente oficial Dn. Hipólito Bouchard. De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos y los demás heridos, de este número son el capitán Don Justo Bermúdez y el teniente Dn Manuel Díaz Vélez, que avanzándose con energía hasta el borde de la barranca, cayó este recomendable oficial en manos del enemigo.
El valor e intrepidez que han manifestado la oficialidad y tropa de mi mando los hace acreedores a los respetos de la Patria y atenciones de V.E.; cuento entre estos al esforzado y benemérito párroco Dr. Dn. Julián Navarro que se presentó con valor animando con su voz y suministrando los auxilios espirituales en el campo de batalla igualmente han contraído los oficiales voluntarios Dn. Vicente Mármol y Dn. Julián Corbeta, que a la par de los míos permanecieron con denuedo en todos los peligros.
Seguramente, el valor e intrepidez de mis Granaderos hubiera ter­minado en este día de un solo golpe las invasiones de los enemigos en las costas del Paraná si la proximidad de las bajadas, que ellos no desamparan no hubiera protegido su fuga, pero me arrojo a pronosti­car sin temor, que este escarmiento será un principio para que los ene­migos no vuelvan a inquietar estos pacíficos moradores. Dios guarde a V.E. Mis saludos. San Lorenzo, febrero 3 de 1813. José de San Martín.

Nota:
El buque comandante de la escuadra enemiga me ha remiti­do un oficial parlamentario solicitando se vendiese alguna carne fres­ca para sustentar a sus heridos y en consecuencia he dispuesto que se le facilite media res exigiéndole ante su palabra de honor de que no será empleada sino con este objeto.
Otra:
Siguen trayendo más muertos del campo y de las barrancas como igualmente fusiles.
Otra:
He propuesto al oficial parlamentario si el comandante de la escuadra quiere canjear el único prisionero Don Manuel Díaz Vélez."
(Parte dirigido al Segundo Triunvirato, reconocido por la Asamblea del año XIII como Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.)

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Excelentísimo Señor”
Como sé la satisfacción que tendrá V.E. en recompensar a las familias de los individuos del regimiento, muertos en la acción de San Lorenzo, o de sus resultas, tengo el honor de incluir a V.E. la adjunta relación de su número, país de su nacimiento y estado. No puedo prescindir de reco­mendar particularmente a V.E. a la viuda del capitán Don Juan Bermúdez, que ha quedado desamparada con una criatura de pechos, como también a la familia del granadero Juan Bautista Cabral natural de Corrientes, que atravesado el cuerpo con dos heridas no se le oyeron otros ayes que los de "Viva la Patria, muero contento por haber batido a los ene­migos"; efectivamente a las pocas horas feneció repitiendo las mismas palabras. Nuestro Señor guarde a V.E. muchos años. Buenos Aires, 27 de febrero de 1813. José de San Martín, Excmo. Supremo Poder Executivo."

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"Yo no he encontrado más que los tristes fragmentos de un ejército derrotado. Un hospital sin medicinas, sin instrumentos, sin ropas, que presenta el espectáculo de hombres tirados en el suelo que no pueden ser atendidos del modo que reclama la humanidad y sus propios méri­tos. Unas tropas desnudas, con trajes de pordioseros. Una oficialidad que no tiene cómo presentarse en público. Mil clamores por sueldos devengados. Gastos urgentes en la maestranza, sin la cual no es posible habilitar nuestro armamento para contener los progresos del enemigo."
(Oficio al gobierno de Buenos Aires en 1814, después de hacerse cargo del Ejército del Norte tras la derrota de Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma)

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El camino de la libertad

"¿Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia? ¿No le parece una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al gobierno de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta, más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo, y los ene­migos (con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declara­mos vasallos? Esté usted seguro que nadie nos auxiliará en tal situación. Por otra parte, el sistema ganaría el 50 por ciento con tal paso. ¡Animo!
Que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. Veamos claro, mi amigo: si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero soberano, es decir, a Fernandito".
(Carta a Godoy Cruz el 12 de mayo de 1816, instándolo a la rápida declaración de la independencia)

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"Se acerca el momento en que derretidas las nieves de la Cordillera que nos separa de Chile, se presenta el peligro de una invasión del lado del triunfo que me promete vuestro patriotismo. Preparaos a nuevos sacrificios para evitar el riesgo. Yo no he dispensado fatigas ni aun en las horas del descanso para acreditar mis desvelos en obsequio de vues­tra conservación. Toca a vosotros triunfar en la lucha y conquistar una paz permanente, en que la agricultura y el comercio tomen un vuelo capaz de reparar las pérdidas indispensables en la guerra. La patria y vosotros nada tienen que temer si la cooperación del pueblo es precedi­da de un esfuerzo grande de desprendimiento y de unión íntima, con­dición precisa de la empresa para salir con victoria. Yo me atreví a pre­decirla contando con vuestro auxilio, bajo la protección del cielo, que mira con horror la causa injusta de los opresores de América." 
 (Proclama al pueblo de Cuyo en la primavera de 1816, ante el peligro de una invasión realista)

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