Una de las obras que la municipalidad de Buenos Aires a principios del siglo XX realizó para embellecer la Capital del país, previos los festejos del “Centenario” fue la Fuente de las Nereidas. En el libro “Lola Mora, el poder del mármol” de la Lic. Patricia Corsani se develan los entretelones de ese grupo escultórico que hoy se halla en la costanera.
Lo valioso de este trabajo es que no recurre a los chismes de alcoba sino que brinda una saga minuciosa de la ingrata travesía que tuvo que hacer Lola Mora para que la aceptaran y para que aceptaran su obra. Para ello el trabajo de Patricia Corsani, se documenta con las publicaciones de la época y con abundante correspondencia. Es una investigación concienzuda.
Dice Patricia Corsani en su libro:
“Lola Mora nació en 1867 y falleció en 1936. Fue bautizada en la parroquia de Trancas, provincia de Tucumán, en junio de 1867, a la edad de dos meses.1 De origen catalán, los Mora seguían los protocolos de la alta sociedad tucumana. Su padre, Romualdo Alejandro Mora, se desempeñaba como comerciante y hacendado, y tenía una serie de estancias en la zona tucumano-salteña y una casa en la ciudad de San Miguel de Tucumán; murió muy joven y dejó algunas deudas.2 Al poco tiempo, también su madre enfermó y falleció.”
[…]
Lola Mora representa mucho más que la Fuente de las Nereidas, aunque, sin dudas, es esa su obra más conocida y uno de los conjuntos escultóricos más atractivos de la ciudad de Buenos Aires. Se trata de un caso único, ciertamente, a tal punto que la escultura fue identificada con el nombre de su autora. Para la gente es la 'fuente de Lola Mora' como si el mármol se hubiese encarnado en la artista y unidos hubiesen pasado a ser un conjunto indisoluble.
[…] fue una estrella que brilló con su propia luz y, si bien es cierto que no tuvo seguidores, abrió un camino a las escultoras posteriores que hasta ese momento no habían tenido mayores oportunidades.
[…]
Este libro plantea ciertos interrogantes y, seguramente, al lector le surgirán algunos otros a partir de su lectura. Se han tratado diversos temas en torno a algunas de sus obras públicas que se convirtieron en nudos a desatar. Por un lado, está la importancia que le dio Lola Mora a la escultura pública. De hecho, la mayor parte de su producción estuvo consagrada a esta variante. La idea de obras accesibles para todos en el espacio urbano, visibles y en interrelación constante con la ciudad y sus habitantes, eran aspectos importantes a tener en cuenta y merecedores de su atención.
[…] atraída por la nobleza del mármol lo adoptó como material prima fundamental para sus trabajos. El poder del mármol fue sinónimo de libertad y se convirtió en su camino hacia la creación.
ALGUNOS APUNTES DE LA LECTURA:
* Es contradictorio que los medios de la época le adjudicaban un “ímpetu viril” una “energía viril”, como si no tuvieron las mujeres ímpetu y energía suficientes como para las grandes obras. Pero esa concepción de la época califica la magnitud de la obra de Lola Mora.
* Hubo otras escultoras argentinas que no trascendieron, seguramente que por ser mujer y quizá por faltarles el empecinamiento de la Mora , fueron Josefina Aguirre de Vasilicós, antecesora de Lola Mora que fundó la escuela Profesional para Mujeres, y otra fue Herminia Pallay.
* Carlos Pellegrini fue el que dio el discurso inaugural de la fuente de Las Nereidas.
* El más enconado opositor de esta extraordinaria artista fue Eduardo Schiaffino, que nunca llegó a entender la dimensión de su obra, quizá por preconceptos, por prejuicios de género y también por esa mezquindad y celos que manifiestas algunos artistas entre sí al margen del genio.
Llegó a boicotearle muchas propuestas y a enfrentarla directamente ante los que la consideraban bien.
Indagado sobre la obra a la que tan sólo había visto en fotografías, dijo; “¡Es, creo, mi amigo, todo un desatino. No hay concepto decorativo ni nada. Cuídense con la Mora y con todos los de afuera!”.
Caras y Caretas, la popular revista, enteramente a favor de la artista llamó a Schiaffino y a otros opositores a la obra, “críticos dispépticos que todo lo hallan chocante o criticable en la inmensa Babel sudamericana. Lola Mora la inteligente compatriota, ha dado cima, con viril esfuerzo, a una obra digna de figurar en cualquier capital del mundo”.
De todos modos la oposición de Schiaffino, seguido por Yrurtia entre otros, se hizo sentir con los demás trabajos escultóricos de Lola Mora, como el monumento a Aristóbulo del Valle que después de instalado fue destruido en parte y limitado a un busto; hoy ubicado en el edificio de la Municipalidad de La Plata. Las esculturas que realizó para la escalinata del Congreso de la Nación y otros bustos de próceres fueron destinadas a distintos puntos del interior del país.
* El atraso en los pagos y la solapada crítica estuvo a punto que la fuente fuera a parar a la ciudad estadounidense de Filadelfia.
* A las 4 de la tarde del 21 de mayo de 1903 se inauguró la fuente en el Paseo de Julio. El público, a diferencia de los artistas, la recibió con una ovación, vítores a la artista y a partir de ese momento se la bautizó la fuente de Lola Mora, quedando con el tiempo olvidado su nombre oficial. La prensa se lamentó que no se la hubiera colocado en un punto de la ciudad más visible como se proyectó en un primer momento.
El padre Grotte, desde el púlpito, aconsejaba a los castos feligreses a no mirar dicha fuente porque era indecente e inmoral, so pena de pecado mortal.
* En el suplemento semanal ilustrado de La Nación (Nº I - Pág. 52 de 27/8/1903) la Compañía General de Construcciones presentaba una foto del atrayente grupo escultórico como un instrumento para publicitar la ventaja del cemento armado.
* Lola Mora fue propuesta en nuevo gabinete de ministros como a cargo del de Obras Públicas.
* Algunos artistas e intelectuales, como Leopoldo Lugones, no encontraron más defectos que criticarle que las sirenas no se atenían a la imaginería y a la iconografía tradicional, en lugar de una única cola (sin sexo), Lola Mora las había hecho con dos, “siendo perfectas mujeres hasta medio muslo de donde empiezan las escamas, terminando las piernas en dos curvas colas como las de los peces sirenios…” (“La Ilustración Artística ” de Barcelona)
* La fuente tuvo un costo de $ 25.000 de los que Lola Mora cobró $ 279. El concejal Martín Biedma, ya instalada la obra, advertido de lo vergonzoso del pago y presionado por la opinión pública y los medios gráficos, propuso recompensar a la artista con la suma de diez mil pesos moneda nacional, como compensación por el trabajo artístico que le encomendó la Municipalidad de la Capital. Esto fue acompañado por el concejal Manuel Aguirre.
* La primera institución que agasajó merecidamente a la artista por el éxito obtenido y la grandiosidad de la Fuente de las Nereidas fue el Club del Progreso, organizado por su director, Mariano V. Escalada. También las damas universitarias le ofrecieron un té en el Hotel Phoenix.
Las colas de las sirenas y Lola Mora con sus pantalones, indumentaria que utilizaba para realizar su trabajo y que le valió muchas críticas de las señoras de la época.
Trabajando en Roma, con un modelo vivo.
Proyecto del monumento a Juan Baustista Alberdi
Monumento al Dr. Facundo de Zubiría
Placa inaugural de los Jardines de Lola Mora, La Candelaria, Salta, 17 de noviembre de 1992, día provincial del escultor y de las Artes Plásticas, en el Año Internacional de la Mujer
Patricia Corsani es licenciada y profesora en artes por El libro fue publicado por Editorial Vestales, 2009.
Ver. www.portaldesalta.gov.ar
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