LOS GOLPES DE ESTADO DEL SIGLO XX
EN LA ARGENTINA
Compilación y argumentación Prof. Chalo Agnelli
¿Qué es un golpe de Estado?
“Medida grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro.” (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española, Editorial Gustavo Gili S.A.- Barcelona, 1985).
“Acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército.” (Diccionario de uso del español, María Moliner, A-G, Editorial Gredos S.A. - Madrid, 1997).
“Usurpación ilegal y violenta del poder de una nación.” (2001, Espasa Calpe).
“Usurpación del poder por parte de un grupo.” (Diccionario Anaya de la Lengua)
¿Qué es una dictadura?
Gobierno que se ejerce fuera de las leyes constitutivas de un país. (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española, Editorial Gustavo Gili S.A.- Barcelona, 1985).
Gobierno que prescinde del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad sin limitaciones en un país y cuyo poder se concentra en una sola persona: la dictadura franquista. Fuerza dominante, concentración de la autoridad en un individuo, un organismo, o una institución, generalmente: la dictadura de la banca. (2001, Espasa Calpe)
Autocracia, autarquía, totalitarismo, cesarismo, fascismo, absolutismo, dominio. (Sinónimos, 2001, Espasa Calpe)
Gobierno que, invocando el interés público, se ejerce fuera de las leyes constitutivas de un país. (Diccionario General de la Lengua Española Vox)
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"La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes,
ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas
ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene.
La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada
para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza
al Gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados que
serían más insolentges con el mal ejemplo de los militares..."
General don José Francisco de San Martín
(Pág. 94 de la "Historia del Monasterio de la Compañía de María de Mendoza")
EL GOLPE DEL 30’
El 6 de septiembre de 1930, un grupo de militares a las órdenes del general José Félix Uriburu y el general Agustín P. Justo, produjeron la primera violación del orden constitucional en nuestro país, iniciando de esta manera una serie de interrupciones periódicas en el sistema institucional argentino, que se extendería por medio siglo más.
Aprovechando la dificultad de la situación y la imposibilidad del gobierno de dar respuestas, un grupo de militares a las órdenes de Uriburu y Justo expulsaron a Hipólito Irigoyen.
Los militares golpistas estaban apoyados por grupos conservadores de la Sociedad Rural y por las empresas norteamericanas. Decían representar la disconformidad del pueblo con el gobierno radical. Hipólito Yrigoyen se convertía así en el primer presidente constitucional derrocado por un golpe de Estado.
El 8 de septiembre el general Uriburu (1930-1932) asumió el Poder Ejecutivo reteniendo también las facultades legislativas derivadas a él por la clausura del Congreso. Este golpe inauguró la década infame, una época marcada por la corrupción y el fraude electoral.
Agustín P. Justo (1932-1938) firmó el pacto Roca Runciman, con desventajas comerciales para el país. Roberto M. Ortiz (1938-1942) triunfó en elecciones fraudulentas. Impulsó tímidas medidas democráticas. Renunció al cargo por enfermedad. Ramón Castillo (1942-1943), vicepresidente de Ortiz, lo sucedió tras su retiro. Retomó la tradición del fraude y fue depuesto por el general Rawson.
EL GOLPE DEL 43’
A comienzos de la década del cuarenta los militares habían asumido gran parte de las funciones que el Estado intervencionista de los treinta se auto adjudicó. El 10 de marzo de 1943 se fundó la logia Grupo de Obra de Unificación1 (GOU) en los salones del Hotel Conte, que estaba frente a la Plaza de Mayo, por iniciativa de los tenientes coroneles Miguel A. Montes y Urbano de la Vega. Sus referentes eran el coronel Juan Domingo Perón y el teniente coronel Enrique P. González. Los dos eran oficiales del Estado Mayor General, graduados en la Escuela Superior de Guerra, de la que además Perón era profesor de historia militar. Recuerda Perón:
En la madrugada del 4 de junio de 1943, un nuevo golpe de Estado dirigido por el GOU derrocaba al presidente constitucional Castillo, poniendo fin a la década infame. Fue elegido presidente de facto el general Pedro Pablo Ramírez. La sorpresa más significativa la dio el general Rawson, que se sentó en el sillón presidencial y armó un gabinete sin consultar a nadie.
En octubre de 1943, el general Farell, cuyos actos estaban inspirados por el jefe de la secretaría del Ministerio de Guerra, designó al coronel Juan Perón vicepresidente de la República, reteniendo también el Ministerio de Guerra. El descontento contra Ramírez precipitó los acontecimientos. Creyéndose fuerte, Ramírez, enterado de que se tramaba destituirlo, decidió exigirle a Farrell su alejamiento del Ministerio de Guerra. Farrell pareció aceptar la orden. Pero sus partidarios neutralizaron a Ramírez encarando - en una asamblea de jefes militares - su destitución. Este golpe de estado tiene como objetivos restablecer la democracia plena y controlar el movimiento obrero, cada vez más insurrecto en sus reivindicaciones sociales.
EL GOLPE DEL 55’
El 16 de septiembre de 1955 cuando se cumplían tres meses del cobarde bombardeo sobre población civil en la Plaza de Mayo que había sembrado la muerte y la desolación. Este golpe de estado cívico-militar truncó por tercera vez la democracia en la Argentina derrocando el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón. Fue designado presidente de la nueva dictadura el general Lonardi hasta diciembre y luego por una línea más antiperonista y antidemocrática encabezada por el general Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas.
EL GOLPE DEL 62’
El 28 de mayo de 1962, las tres fuerzas armadas respondiendo a grupos ultra liberales decidieron deponer al presidente Frondizi que fue detenido en la residencia de Olivos. Frondizi soportó durante su gobierno reiterados planteos e insurrecciones militares, mediante los cuales llegaron a imponerle incluso al ministro de economía Álvaro Alsogaray y terminaron en el golpe del 29 de marzo de 1962, liderado por el general Raúl Poggi.
El Presidente detenido por los militares en la Isla Martín García, se negó a renunciar «no me suicidaré, no renunciaré y no me iré del país». Eso llevó a interminables movimientos, amenazas y gestiones que agotaron a los líderes de la insurrección. En la mañana del 30 de marzo, el general Raúl Poggi se dirigió a la Casa Rosada para hacerse cargo del gobierno, y se sorprendió con el hecho de que los periodistas le comentaban que un civil, José María Guido, había jurado esa mañana como presidente en el palacio de la Corte Suprema de Justicia.
EL GOLPE DEL 66’
El golpe de estado acaecido el 28 de Junio de 1966 lo produjo el general Juan Carlos Onganía, respondiendo a los intereses de la agroindutria, la iglesia y corporaciones farmacéuticas internacionales. Este dictador derrocó al presidente constitucional Dr. Arturo Illia e instauró un régimen autoritario, marcado por la censura. Onganía pretendía relegar la democracia por varios años. El “Cordobaza” y el “Viborazo” disuadieron a los militares de la imposibilidad de sustentar el poder por mucho tiempo.
Pero muchos inocentes murieron en esas luchas populares.
En 1970, Onganía fue sustituido por el general Roberto M. Levingston (1970-1971) inició una tímida apertura política pero rápidamente fue depuesto y sustituido en 1971 por el general Alejandro A. Lanusse llamó a superar los "errores del pasado" en un Gran Acuerdo Nacional. Intentó un acercamiento con Perón que fracasó y convocó a elecciones en 1973. Este golpe antiperonista devolvió el poder al peronismo.
EL GOLPE DEL 76’
El descontrol económico, la violencia política y la evidencia de la descomposición del gobierno abrieron la brecha por la cual los militares volvieron al gobierno. El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar, integrada por los comandantes de las tres armas, Jorge R. Videla (Ejército), Emilio E. Massera (Marina) y Orlando R. Agosti (Aeronáutica), derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón e inauguró lo que denominó “Proceso de Reorganización Nacional”, iniciándose el período de terror más extremo que vivió la Argentina a lo largo de su historia.
Se puso al frente del poder ejecutivo al general Videla. Esta nueva intervención militar fue diferente de las anteriores, pues se propuso transformar de raíz la sociedad argentina. No se trataba simplemente de corregir una política económica, de derrotar a la guerrilla o de resolver una crisis institucional. Para ello hubieran bastado algunos cambios dentro de la legalidad constitucional. Lo que para la Junta Militar estaba en cuestión era la existencia misma de una nación, que no era la que ellos y sus grupos de poder pretendían. Para resolver esto había que “reorganizar” la sociedad argentina, en un “proceso” que no tenía “plazos” sino “objetivos”. Había que crear un "ser occidental, nacional y cristiano".
Esta “reorganización” tuvo expresiones concretas: represión política y social, desarticulación de las bases de la economía industrial y ejercicio autoritario del poder. La política económica del gobierno militar fue decidida y ejecutada durante cinco años por José Alfredo Martínez de Hoz. Ministro de economía entre 1976 y 1981. Martínez de Hoz concentró un enorme poder, que le permitió tomar decisiones que transformaron profundamente el funcionamiento de la economía y la sociedad argentinas y crearon la deuda externa más grande que nunca había tenido el país antes.
En 1981, el general Viola reemplazó al dictador Videla, y Martínez de Hoz también fue reemplazado. La oposición decisiva al nuevo proyecto del general Viola provino del frente interno militar. Esta oposición se manifestó como un conflicto de poderes entre la Junta Militar y el dictador de turno, que culminó con su desplazamiento en diciembre de 1981 y reemplazado por el general Leopoldo F. Galtieri.
Finalmente, ensoberbecidos de poder las fuerzas armadas en su regodeo mesiánico produjeron la Guerra de las Malvinas con la consecuente derrota que los obligó a claudicar de sus ambiciones de reorganización, perpetuación y objetivos antipopulares. Ante la descomposición del gobierno militar, el dictador Galtieri renunció, la Marina y la Fuerza Aérea se retiraron de la Junta y el comandante en jefe del Ejército designó presidente al general Reynaldo Bignone que no tuvo más remedio que llamar a elecciones poniendo fin la catastrófica sucesión de golpes de estado en la Argentina.
REFLEXIÓN
Mucho se han esforzado los que apañaron estos golpes para justificarlos cuando cada uno de ellos fracasó rotundamente al querer hacer un país a la medida de sus ideas mesiánicas, sin la consulta de las urnas.
Estas pretendidas “revoluciones” no fueron tales ya que nada modificaron por la fuerza y, el país, después del torbellino que cada una de ellas deparaba a los ciudadanos, volvía a sus curso tradicional, que está por fuera y por encima de las ambiciones de cualquier casta, clase social o corporación, sean del estamento social que fueran.
En todos los casos las fuerzas armadas, brazo utilitario de intereses ajenos a ellas mismas, se desgastaron y claudicaron porque la oposición republicana de los argentinos siempre fue más fuerte que la represión con que acompañaron sus años de oprobio.
Siempre “es preferible la peor de las democracias que la mejor de las dictaduras”. Pensamiento que aunque certero, no se puede demostrar por experiencia ya que las dictaduras argentina del siglo XX fueron peores que las democracias que pretendían corregir. Prueba de ello es que ni siquiera eran coherentes en la empresa de manejar el estado ya que cada proceso dictatorial tuvo golpes intestinos por diferencias o ambiciones de grupúsculos enquistados en las mismas fuerzas armadas o sectores de poder.
Es verdad, también, que algunos de estas interrupciones a la democracia fueron acompañadas y aplaudidas por todo el espectro de la clase alta y por sectores de la clase media; primero porque los gobiernos democráticos tocaron algunos privilegios que prebendas de esos sectores de la población y segundo, porque en forma previa, cada golpe, fue acompañado por insistentes campañas de desprestigio mediáticas para convencer al pueblo que el desenlace anticonstitucional era lo mejor podía acontecerles a los argentinos. Esos mismos grupos de argentinos, invadidos de exitismo y faltos de reflexión crítica, fueron los mismos que caídas las dictaduras salieron a festejar el regreso de la constitución, como salieron a vivar al dictador Leopoldo Galtieri en la Plaza de Mayo cuando nos embretó en la funesta guerra de Malvinas.
“Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”. Pareciera que las veces que la Ley Fundamental de la Nación, la Constitución Argentina, fue violentada, una maldición caía sobre sus violadores.
Prof. Chalo Agnelli
VER:
www.me.gov.ar
www.taringa.net
www.prysmax.com
Ansaldi, Waldo y otros. “La democracia en América Latina, un barco a la deriva” Edición 1ª ed. Publicación Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2007