Mostrando entradas con la etiqueta PENSAMIENTOS DEL BICENTENARIO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PENSAMIENTOS DEL BICENTENARIO. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de marzo de 2010

Proyecto de la CBQUILMES

El 31 de agosto de 2009 cuando iniciamos este blog de la "COMISIÓN DEL BICENTENARIO QUILMES 1810-2010" nos expedimos claramente sobre cuál era nuesta postura y nuestros objetivos en la formulación de todos nuestros actos y específicamente en la presentación de este BOG: con tolerancia, abiertos a todo tipo de pensamiento, escuela o tendencia histórica desde un convencimiento democrático y desde la reflexión y el pensamiento crítico. Postura que repetimos al comenzar el 9 de marzo próximo pasado el programa de radio de la CGQ.
Creemos oportuno recuperar y difundir nuevamente esa fundamentación, próxima la fecha tope de celebraciones máximas de la República.


Proyecto de la CBQUILMES:

El Bicentenario de 1810, nos lleva a reflexionar sobre tópicos trascendentales, como es el objeto de permanente búsqueda humana al que nos abocamos permanentemente: el estudio del pasado, el análisis del presente o la proyección del futuro, y sin duda hay una sola respuesta: ser feliz.

Compartimos el espíritu de G. Duby, quien dijo: “…no soy moralista, tampoco soy futurólogo, y estoy convencido de que la historia jamás se repite. Pero ella puede conducirnos hacia algunas reflexiones. Por ello, dejo al lector con estos datos en estado bruto, limitándome a subrayar lo que muestra esta larga concatenación de hechos que la especie humana hace, una curva ante las circunstancias. Cabe pensar ante cuales circunstancias deseamos curvarnos en el futuro.”

De todas las posibilidades orientativas del planteamiento para este proyecto de trabajo investigativo, hemos elegido el que contempla el vínculo constante con la realidad. La compaginación conjunta del material analizado nos permitirá una mirada global. El eje transversal planteado, nos permitirá organizar y re asignar significado a los conceptos, constituyendo una dinámica de trabajo flexible, que favorezca la participación y el debate, dentro y fuera de esta Comisión.

Estamos convencidos que participar de una instancia grupal a partir de una técnica particular, nos permitirá “re-descubrir” el objeto de estudio: “La Historia Nacional de los últimos doscientos años”.

El compromiso es claro y justo. Nuestros lineamientos están orientados a asegurar, priorizar y favorecer las convicciones de libertad en cuanto a las decisiones morales y políticas, con espíritu crítico, democrático y responsable. Rechazamos toda forma de censura y/o discriminación. Nuestra misión es que la ciencia este al servicio de la comunidad y que nuestro trabajo sea una nueva alternativa de reflexión sobre los grandes temas inherentes a nuestra especialidades, en el pasado y en el presente, posibilitando un diagnostico prometedor hacia el futuro. Aspiramos en dirigir nuestro trabajo hacia la explicación del desarrollo humano como el resultado de factores empíricos y materiales, como una transición gradual, enmarcándolo en una UNIVOCA Y FRUCTIFERA INTERDISCIPLINARIDAD.

La historia es dinámica, no está escrita sino que está escribiéndose. La historicidad implícita en el hombre, le permite incorporarse a un pasado ya realizado por otros pero nunca acabado, pues siempre tiene nuevas posibilidades. Por ello, es lógico afirmar que, la existencia humana involucra un dialogo permanente con la realidad histórica ya existente, reinterpretándola y transformándola, sin poder existir fuera de ella.

Muchas gracias por acompañarnos.

lunes, 15 de marzo de 2010

EFEMERIDES DEL LUNES 15 DE MARZO


LUNES 15 DE MARZO


1979
Muere el novelista, crítico literario y periodista Bernardo Verbitsky, autor de "Es difícil empezar a vivir", "Villa Miseria también es América", "Calles de tango", entre otras obras. Nació en 1907.

1981
Muere el sacerdote, filósofo y escritor Leonardo Castellani, autor de obras como "Metafísica y ética", "Aristóteles y Kant" y "Camperas". Su espíritu original a veces sumó el humor a la reflexión filosófica. Nació en Reconquista (provincia de Santa Fe) el 16 de noviembre de 1899.



martes, 9 de marzo de 2010

Grandes monumentos porteños


EN EL AÑO DEL BICENTENARIO  

                             Colaboración del Sr. Armando Ales

 Regalos que Buenos Aires recibió para celebrar el Centenario.

A principios del siglo XX, la Ciudad estaba en plena transformación y dejaba su perfil colonial. Para los festejos, hubo países que donaron obras de reconocidos artistas. Hoy son referentes urbanos.

Viajaban meses y meses en barcos. Llegaban en partes, descabezados. Algunos, signados por la mala suerte, se perdían para siempre en alta mar. Pero los que sobrevivían al naufragio, al pisar tierra firme, se convertían en los regalos del Centenario: pétreos obsequios que distintos países le ofrecían a una república joven, que se debatía ente los festejos fastuosos y las luchas obreras.

Para comienzos del siglo XX, Buenos Aires se veía como una febril obra en construcción. En esos años, la Ciudad había crecido con la mayor tasa anual de población de su historia y cambiado radicalmente su aspecto colonial.

 El centro empezaba a conseguir gran parte de su actual imagen. De la celebración del aniversario de la Revolución de Mayo, que implicó la construcción de pabellones lujosos y la inauguración de grandes edificios, data por ejemplo la donación británica de la Torre Monumental, conocida como de los Ingleses, frente a la estación de trenes de Retiro.

Su reloj posee un péndulo que mide 4 metros y pesa más de 100 kilos. "No fue situada allí de casualidad, al contrario, su estilo armoniza perfectamente con la estación y con el rediseño que a comienzos del 1900 se hizo para toda esa zona. También está en clara consonancia con la financiación inglesa para la construcción de los ferrocarriles", explica el arquitecto Fabio Grementieri, premiado en el exterior por sus trabajos de preservación.

 La torre de estilo renacentista -tendencia imperante en Inglaterra para fines del siglo XVI, la época que corresponde a la segunda fundación de Buenos Aires- que supo de bombas y atentados para la guerra de Malvinas, encierra en sus muros una rareza. Entre sus emblemas y escudos, un unicornio y un león enmarcan dos leyendas en francés: "Dieu est mon droit" ("Dios es mi derecho") y "Honni soit qui mal y pense" ("Deshonor al que piense mal de esto").

Sucede que para los inicios del siglo XX, el francés era la lengua de la realeza, más allá de la nacionalidad del rey y su corte. Un regalo del Centenario que esconde una trágica historia es el Monumento de los Españoles (que en los papeles se llama Monumento a la Carta Magna y las cuatro regiones). El buque Príncipe de Asturias que transportaba sus bronces originales naufragó frente a las costas brasileñas de Ilha Belha y murieron en él 455 personas.

 Su autor, el escultor catalán Agustín Querol i Subirats, falleció un año después de terminar los bocetos. Lo mismo pasó con su sucesor, Cipriano Folgueras, y la escultura tuvo que ser terminada por otros artistas. Por eso, el regalo no estuvo listo para los festejos de la Ciudad y en 1910 la Infanta Isabel de Borbón se tuvo que conformar con colocar sólo su piedra fundamental. Luego, con el hundimiento todo se volvió a retrasar. Ante la pérdida de los originales, la Corona Española encargó la realización de réplicas. Para terminar con la sucesión de desgracias, diecisiete años más tarde, el 25 de mayo de 1927, la obra de Querol i Subirats -a la que nadie llama por su verdadero nombre- fue inaugurada en Libertador y Sarmiento y se transformó, según el arquitecto Grementieri en "el monumento art noveau más grande del mundo".

Otro legado de la época en la que la oligarquía Argentina se jactaba de vivir en "la París de Sudamérica" fue justamente el monumento donado por Francia, y que está en Recoleta, acaso el barrio más "afrancesado". Dos figuras femeninas que representan a ambos países son acompañadas por un genio alado, "La Gloria", que de modo simbólico las conduce a la posteridad.

Mirando hacia el río y como parte del parque de la Casa de Gobierno se encuentra otro de los grandes obsequios que llegaron para el Centenario. Íntegramente realizado en mármol de carrara por el artista florentino Arnaldo Zocchi, un Cristóbal Colón de 6 metros y 38 toneladas fue el presente que envió al granero del mundo la colectividad italiana.

 Conserva las huellas de los proyectiles disparados durante el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, en el que aviones de la Marina intentaron desalojar al presidente Juan Domingo Perón. La Ciudad de Roma hizo su propio obsequio: una escultura conocida como "Loba romana" o "Loba capitalina", que encargó al artista argentino Gonzalo Leguizamón Pondal y que fue emplazada en el parque Lezama y volvió a ser noticia en 2007, cuando las figuras en bronce de Rómulo y Remo fueron robadas. Sólo quedó la loba.

De Alemania llegó el Monumento "A la Riqueza Agropecuaria Argentina", que resultó ganador de un concurso en Berlín y que tuvo la particularidad de haber sido realizado en mármol griego, lo que le otorga un aspecto distinto, con un tinte amarillo y reflejos dorados.

Un tanto más extraña fue la donación del Imperio Austro-Húngaro -que desapareció sólo ocho años después, tras la Primera Guerra Mundial- y que hoy habita el Jardín Botánico: una columna meteorológica. Cien años atrás, esta monarquía que constituía el segundo país más grande de Europa, mandó un barco de su flota real, la nave de guerra "Emperador Carlos VI", para participar del desfile en honor al Centenario. Allí llegó también la piedra fundamental para una columna "que tendría por objeto predecir al pueblo argentino siempre el mayor bienestar".

Con un diseño que lejos estaba de resultar simple, esta estructura de 7 metros contenía todos los elementos para medir el clima: barógrafo, barómetro, hidrómetro, higrómetro, psicrómetro, termógrafo, termómetro y otro termómetro más, sólo para indicar la temperatura máxima y mínima.

En la parte superior, funcionaban ocho relojes con la hora de Buenos Aires, Viena, Madrid, Nueva York, Roma, Tokio, París y Londres. Arriba de todo, una gran esfera de hierro, representaba al zodíaco, con el planeta Tierra y las constelaciones. Tiempo después, los instrumentos meteorológicos y los relojes fueron robados. Pero a fin del año pasado, con motivo del Bicentenario, los gobiernos de Austria y Hungría empezaron a restaurar la fachada externa junto a la Dirección de Monumentos y Obras de Arte porteña.

 Estados Unidos resolvió de modo mucho más sencillo la elección del presente de cumpleaños para Argentina. Envió un monumento a su prócer George Washington, vestido con ropa de época, que el Gobierno nacional no dudó en colocar a metros de su embajada.

La República Siria nos homenajeó con una estatua que representa la presencia de su colectividad en el país, ubicada en la plaza frente al Correo Central.

Pero para sorprender y causar impacto, los que llegaron más lejos fueron los suizos: diseñaron una estatua con dos figuras femeninas (representando la hermandad entre Suiza y la Argentina) sentadas sobre una esfera que simboliza al mundo. Recostadas, y tomadas de las manos, ambas mujeres se funden, por los siglos de los siglos, en un romántico beso en la boca.  

Un Bicentenario mucho más modesto

De un modo más modesto, los festejos del Bicentenario transcurrirán sin grandes inauguraciones, ni regalos como los de cien años atrás. La presencia de otros países estará dada fundamentalmente en actividades culturales, por ejemplo, en la llegada de orquestas sinfónicas de España, Italia y Alemania que se irán presentando por distintos puntos del país y también en el Teatro Colón, tras su reapertura en mayo.

También existen colaboraciones económicas para la restauración de edificios históricos. En la Cancillería informaron que España financia en gran parte la remodelación del teatro Nacional Cervantes (Córdoba y Libertad), que en sus inicios fue propiedad de la actriz española María Guerrero.        Y se ocupará de la recuperación del ex Padelai como Centro Cultural de España en Buenos Aires.

La Unidad Bicentenario del Gobierno porteño precisó que la Embajada de Italia intervino en la recuperación del faro del Palacio Barolo, el edificio inspirado en la Divina Comedia de Dante Alighieri y que fue diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti. En Avenida de Mayo 1370 es el único faro que tiene la Ciudad y había estado apagado más de 40 años. Desde su recuperación en octubre pasado, se enciende por media hora a las nueve de la noche, todos los días 25 de cada mes.

Y las colectividades de Austria y Hungría repararon, con la colaboración de la Dirección de Monumentos y Obras de Arte (MOA) de la Ciudad, la fachada de la Columna Meteorológica, en el Jardín Botánico, que llegó cuando estos países formaban un imperio.

 De Armando Ales

LA COMISION DEL BICENTENARIO EN LA RADIO

91.5 LA “RK” Programa:

Martes de 19 a 20 hs.

Título “LA COMISIÓN BICENTENARIO QUILMES EN LA K


Esta Comisión nacida en Quilmes en mayo de 2007, entre un grupo de historiadores, cronistas y cultores de la historia, continúa su protagonismo en el año del Bicentenario llegando al oyente quilmeño para hablar de los acontecimientos y las personalidades que nos diseñaron como patria libre y soberana.
Conversaremos sobre las cuestiones de este aniversario, entrevistaremos a historiadores, docentes, alumnos y  a todo aquel que tenga algo que contar sobre nuestra Historia Nacional y Americana; divulgaremos el accionar que nuestra Comisión y las que concretaron y realizarán otras
Instituciones Históricas del país y del exterior para este Bicentenario; todo matizado con música nacional.


TELÉFONO   RADIO
4224 - 4130
DIRECCIONES DE CORREO ELECTRÓNICO
comisionbicentenarioquilmes@yahoo.com.ar

DIRECCIONES DEL BLOG
0



viernes, 26 de febrero de 2010

HISTORIA Y MEMORIA por Noemí M. Girbal-Blacha 3º y última parte

HACIA EL BICENTENARIO HISTORIA Y MEMORIA
3º Y ÚLTIMA PARTE 


Conferencia en el Círculo Médico de Quilmes, 1 de octubre de 2008.
Noemí M. Girbal-Blacha (CONICET-UNQ)

Desde el retorno a la democracia en 1983, la sociedad argentina ha sobrellevado -no sin culpa y como ocurre con cualquier tragedia- su duelo: por los que ya no están, por los que sobrevivieron con dolores y pérdidas de seres queridos, por la fractura social, por la pobreza material y de espíritu, más allá de la regularización del sistema político. Porque el ejercicio de las libertades republicanas y de la democracia, trasciende el simple hecho de votar, requiere del real ejercicio de la ciudadanía.
La Argentina que se dirige hacia el Bicentenario vuelve a requerir más que nunca un balance, que refiera a las causas que nos han llevado a una exclusión social, marginalidad y pobreza sin precedentes; a que el trabajo y la educación hayan dejado de ser mecanismos para el ascenso social; y al derrumbe de valores y principios éticos capaces de asegurar la convivencia y sostener los lazos de solidaridad social que las sucesivas crisis destruyeron, hasta afectar a las instituciones en tanto canales legítimos de expresión de las necesidades y proyectos de la sociedad y de sus diversos sectores.
Todo parece indicar, como expresara Hannah Arendt, que estamos en "un extraño período intermedio determinado por cosas que ya no son y por cosas que aun no han sido " y que "en la Historia, esos intervalos, más de una vez mostraron poder contener el momento de la verdad"? Por lo menos, de aquella verdad capaz de sustentar la reconstrucción de la memoria colectiva, que no ignore las marcas de nuestros pasados más traumáticos que inauguraran "una forma atroz de desigualdad" en la Argentina.

El pasado deja huellas. Como en otros países con pasados traumáticos, la sociedad argentina se está haciendo cargo no sólo de su duelo, sino de la construcción de las representaciones del pasado reciente. Lo hace paulatina pero inexorablemente, con constancia y esfuerzo, sabiendo que en tiempos de globalización "la cultura del enemigo no ha muerto " (Eugenio Zaffaroni, juez de la Corte Suprema). La sociedad debe aprestarse a bregar por la gobernabilidad con democracia, la libertad republicana, la justicia, la política deliberativa como auténtica forma de construir el poder, la ética, la inclusión social y la reconstrucción institucional, para poder expresarse. Debe hacerlo porque estas son las sendas visibles a transitar para un país que busca recuperar su memoria como medio para afianzar la articulación social, hoy en crisis.
No son pocos los que creen que "el enfoque histórico sea la condición necesaria" para la completa comprensión de los procesos de rango político que dan consistencia a las representaciones del pasado a través de la memoria colectiva." La memoria social no funciona de manera continua, hay ciclos de memoria. El Bicentenario es, sin dudas, un hecho simbólico muy importante para la Nación Argentina.
Hay una política de la memoria que es preciso sostener, con una dimensión identitaria y de continuidad, como parte de un aspecto central de toda política. Se trate de memorias estructuradas (que tienen una lógica y refuerzan su autoestima) o de una memoria pública y fluctuante, vinculada a una identidad nacional y a un espacio; pero en cualquier caso la memoria forma parte de un debate abierto, que debe asentarse en la reconstrucción del pasado, para impedir el olvido o una memoria mutilada. Los pasados trágicos que hemos tenido, no deben, pero tampoco pueden, permanecer ocultos en el largo plazo. El ejemplo de varios países europeos, resulta elocuente para proceder en consecuencia.
La memoria se distingue del recuerdo, porque mientras éste expresa lo vivido directamente, la primera se define como la presencia del pasado en el presente, por transmisión. Esa es la Memoria Social Viva, que requiere un receptor al cual transmitir y persigue legitimar la identidad colectiva. Estamos ante una discusión ética más que política. Los hechos del pasado adquieren un sentido: el que les atribuye la Memoria y por eso ser parte de una misma historia da sentido de pertenencia, sentido de identidad, como construcción histórica.
Hoy la Historia tiene una importante función que cumplir: en medio de la incertidumbre del mundo actual, debe construir certezas, así como los imaginarios colectivos relacionados con la memoria y la identidad; sabiendo que ésta es también una nueva manera de entender la política. Recuperar la memoria -que no reconoce causas únicas y se despierta ante condiciones favorables- es dar presencia a las ausencias, ir en busca de lo invisible y, esencialmente, es dar a conocer el pasado por más traumático y complejo que éste resulte, para que pueda ser reconocido y asumido como tal en el espacio público. La indiferencia social y el camino de la intolerancia escudada en el "por algo será ", ha tenido un alto costo para toda la Nación Argentina y sus rasgos de identidad.
Dice Antoine de Saint Exupéry en El Principito, "¿Dónde están los hombres? -le preguntó cortésmente el principito a la flor". Ella haciendo memoria contestaba: "los he visto hace años. Pero no se sabe nunca dónde encontrarlos. El viento los lleva. No tienen raíces. Les molesta mucho no tenerlas". Parafraseando este texto podría pensarse en un Bicentenario que nos diera la oportunidad de reconciliar a los argentinos con sus raíces, para hacer de la Nación una identidad inclusiva, que no ignore su historia y comparta un destino común basado en los principios que nos unen y sometiendo a debate aquellos que nos separan. Como en el Centenario, durante el 2010-2016, la Nación Argentina se merece un balance de logros y carencias, para construir políticas públicas de largo plazo. La posibilidad existe, falta la decisión de los hombres, de los ciudadanos, para ejercer sus derechos, como señala la Ley Fundamental de la Nación.
A las puertas del Bicentenario, la memoria colectiva de los argentinos debe ser fortalecida, recreada. Son los espacios plurales y abiertos como éste que hoy nos convoca y más allá del acontecimiento, los que resultan importantes y necesarios a la hora de pensar en una sociedad del conocimiento con equidad y orientada al bienestar de la población. Es preciso trascender el Bicentenario apelando a la creatividad, basada en la información certera, la convivencia con pluralismo, la formulación de políticas públicas que atiendan al bienestar social y a una equitativa distribución del ingreso traducida en una real igualdad de oportunidades, para reconocer que un país rico y extenso, con recursos naturales propios, con capacidad de trabajo y producción, puede y debe convertirse en una Nación habitable para todos.
Es responsabilidad del Estado, pero fundamentalmente de todos los habitantes de la Argentina, consolidar el esfuerzo capaz de derrotar la fragmentación social. Es preciso asegurar la ecuación del bienestar social y las políticas públicas, a través de la educación, la medicina, la calidad de vida, la vivienda, la alimentación, la previsión social, el uso de los espacios públicos y privados, para lograr un retroceso real de la pobreza y de la marginalidad. Una sociedad de inclusión es la tarea del porvenir.
A modo de corolario quisiera reproducir la Zoncera número 40 del Manual de Arturo Jauretche, porque merece ser replanteada cuarenta años después de su primera edición, como parte de nuestras reflexiones en torno a las responsabilidades a que nos compromete como argentinos, el Bicentenario:
"Aquí se aprende a defender la Patria, es la divisa del Tiro Federal.
En el stand aprendemos cómo se la defiende: de pie, con y sin apoyo; rodilla en tierra, con y sin apoyo; o cuerpo a tierra. El enemigo está allá enfrente, bien identificado por el blanco. Pronto sabemos también que no es lo mismo tirar sobre blanco inmóvil que sobre un blanco que se mueve y contesta.
Pero en uno y otro caso se supone que el blanco está enfrente. Más aún, uno termina por creer que no hay otros blancos que los de enfrente de uno.
Y es aquí donde empieza la zoncera. El verdadero enemigo nunca está enfrente. Ese es un blanco prefabricado para que no tiremos sobre el enemigo que está al lado, arriba o detrás, y que además tiene cara de amigo, por lo menos según nos lo pintan quienes suponemos lo debían identificar para que le tirásemos, pero no como Guillermo Tell con su arco, a la manzana. A la cabeza.
Para defender la Patria es conveniente saber tirar, pero imprescindible saber quién es el enemigo, lo que empieza sabiendo qué es la Patria y ésta no es la tarea del Tiro Federal.
Esta es tarea de la escuela, del libro, de la prensa oral y escrita, en una palabra, de los medios tendientes a la formación del pensamiento de los argentinos. Mientras todo eso en lugar de identificar al enemigo se preocupe de camuflarlo, sólo aprenderemos en el Tiro Federal a tirar. Y lo de "Aquí se aprende a defender la Patria" seguirá siendo sólo una de las zonceras argentinas. De pie, con o sin apoyo, de rodilla, con o sin apoyo, y cuerpo a tierra.
 (pp.209-210)

MANUEL BELGRANO Y LA REVOLUCIÓN

EL PENSAMIENTO VIVO DE MANUEL BELGRANO

La Revolución.
Sucedía esto a mi regreso de la banda septentrional, y tuvimos este medio de reunimos Los amigos sin temor, habiéndole hecho entender a Cisneros que si teníamos alguna junta en mi casa, sería para tratar de los asuntos con­cernientes al periódico. Nos dispensó toda protección e hice el prospec­to del Diario de Comercio que se publicaba en 1810, antes de nuestra revolución; en él salieron mis papeles, que no era otra cosa más que una acusación contra el gobierno español; pero todo pasaba, y así creíamos ir abriendo los ojos a nuestros paisanos. Tanto fue, que salió uno de mis papeles, titulado "Origen de la grandeza y decadencia de los imperios", en vísperas de nuestra revolución, que contentó a los de nuestro partido como a Cisneros, y cada uno aplicaba el ascua a su sardina.
Estas era mis ocupaciones cuando, habiendo salido pro algunos días al campo, en el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos a Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada: había llegado la noticia de la entrada de los franceses en Andalucía y la disolución de la Junta Central.
(...) Se vencieron al fin todas las dificultades y aunque no siguió la cosa por el rumbo que me había propuesto, apareció una junta, de la que yo era vocal, sin saber cómo ni por dónde, en que no tuve poco sentimiento. Era preciso corresponder a la confianza del pueblo, y todo me contraje al desempeño de esta obligación, asegurando, como ase­guro, a la faz del universo, que todas mis ideas cambiaron, y ni una sola concedía a un objeto particular por más que me interesase: el bien público estaba a todos instantes a mi vista.
(De su Autobiografía, escrita en 1914. los fragmantos seleccionados corresponde a 1810 y se refieren a los momentos previos a la Revolución de Mayo y a la formación de la Primera Junta)

RECLAMO
Belgrano no puede hacer milagros, trabaja por el honor de su patria y por  y por el de las armas cuanto le es dable, y se pone en disposición de para no perderlo todo; pero tiene la desgracia de que siem­pre se le abandone, o que sean tales las circunstancias que no se le pueda atender. Dios quiera mirarnos con ojos de piedad, y proteger los nobles esfuerzos de mis compañeros de armas que están llenos del fuego sagrado del patriotismo y dispuestos a vencer o morir.
(Carta a Bernardino Rivadavia. Tucumán, 14 de setiembre de 1812)

HISTORIA Y MEMORIA por Noemí M. Girbal-Blacha 2º parte

HACIA EL BICENTENARIO HISTORIA Y MEMORIA
2º PARTE

Conferencia en el Círculo Médico de Quilmes, 1 de octubre de 2008.
Lic. Noemí M. Girbal-Blacha (CONICET-UNQ)

Como el reverso de una misma moneda, el Noroeste Argentino -con eje en Tucumán- se dedica desde entonces a modernizar la producción azucarera; mientras Cuyo en el Oeste -con epicentro en Mendoza- apuesta a la vitivinicultura. Ambas son expresiones económicas monoproductoras, que sin competir con el agro pampeano procuran sumarse al modelo agroexportador implementado. Para conseguirlo la presencia del inmigrante es fundamental, aunque su permanencia asociada a la tierra resulte precaria. Las crisis cíclicas - desatadas a fines del siglo XIX- 
se convierten en el común denominador de estas economías regionales, finalmente vinculadas a un acotado mercado interno.
Sólo en la región cuyana, en Mendoza especialmente, el inmigrante italiano, francés o español, logra una próspera inserción social y económica. La singularidad que permite este resultado es "el sistema de contratistas". La especificidad de la vitivinicultura hace "e/ milagro", porque la burguesía local necesita de la experiencia del extranjero a la hora de modernizar los cultivos viñateros y la producción de vinos. La capitalización del inmigrante marcha unida al ascenso social, que se plasma a través de alianzas matrimoniales y de la participación en sociedades anónimas vitivinícolas, conformadas por nativos que detentan el poder e inmigrantes que cuentan con la experiencia y el "dominio del conocimiento" en la materia. Una situación que difícilmente pueda reproducirse en la rica región pampeana.
En 1895 el extenso territorio argentino está despoblado. La población del país no alcanza entonces a 4 millones de habitantes. El inmigrante se entusiasma por llegar a este alejado país, para hacer realidad el sueño de ser propietario de la tierra que las leyes de colonización le prometen. Pero la realidad es muy distinta, La tierra pública ha pasado en alto porcentaje -ya a mediados del siglo XIX- a manos privadas y el derecho de expropiación es una quimera.
Alrededor de la mitad del territorio nacional, es decir, el Nordeste Argentino y la Patagonia en el extremo Sur, permanecen marginados de ese "progreso indefinido'" positivista. En el Gran Chaco Argentino, donde la marginalidad se da sin aislamiento, la posibilidad de sumarse al proyecto de país agrario exportador se manifiesta desde los últimos años del siglo XIX a través de la explotación del quebracho de sus bosques, conllevando a la depredación de este importante recurso natural para producir tanino, leña, postes y durmientes.
En la Patagonia, marginalidad y aislamiento se acompañan. La ocupación ovejera y las grandes estancias cuyos adinerados dueños son en su mayoría extranjeros, dan consistencia al paisaje y a la realidad regional, que vive mirando hacia Punta Arenas (Chile) hasta 1920.
Los efectos del modelo adoptado se expresan en un desequilibrio regional que para los tiempos del Centenario perfila una desigual ecuación entre territorio, riqueza, infraestructura y radicación poblacional, cuando la construcción social del espacio señala que -como precisara el irónico corresponsal y líder del partido radical francés George Clemenceau en su viaje por la América del Sur- en una cuarta parte del territorio nacional (la región litoral-centro) se concentran las tres cuartas partes de la riqueza y la población de la República Argentina.
También el publicista y periodista francés Jules Huret, cuando por entonces recorría desde Buenos Aires al Gran Chaco, destacaba: "en Argentina los cuerdos son los que conservan sus tierras y compran nuevas; los locos las que las venden ".  
Su pluma describe con precisión la cría de ganado, las grandes estancias de Pereyra Iraola y de Vicente Casares, las regiones agroindutriales y boscosas, la riqueza agrícola, el comercio de cereales. Como informa el mismo Huret -en tiempos del Centenario- "casi todas las grandes fortunas argentinas tienen, en efecto, su origen en el mayor valor de los terrenos que continúa hace cuarenta años, a pesar de las inevitables crisis de esta progresión.'" Una situación favorecida por "la concurrencia de capitales ingleses y de la emigración europea"", concluye.
En esta tierra despoblada, sin hombres, adonde arriban los hombres sin tierra procedentes del otro lado del Atlántico, en busca de radicación y esperanzas, la decisión de ulos que mandan", como definiera José Luís de Imaz a la élite dirigente, va transformando el Estado, que se hace interventor en los años 30; dirigista, planificador, nacionalista y benefactor entre mediados de los 40 y mediados del decenio siguiente, para dar paso al Estado desarrollista en los albores de los '60, Burocrático Autoritario desde 1966 y desde 1983 apuesta a la democracia ampliada.
Hace más de 30 años, la Argentina sufría los efectos de su última ruptura del orden institucional que se había iniciado en 1930, sucedido con la llamada "Revolución Libertadora" y desembocado en los sucesos de la "Revolución Argentina''como producto de lo que Juan Carlos Portantiero llamara "el empate argentino". El llamado Proceso de Reorganización Nacional inaugurado en 1976, que renunciaba a usar el término "revolución" para identificar el hecho que las propias Fuerzas Armadas -con el consenso de buena parte de la sociedad civil-promovían, marcaba la diferencia con la "Revolución Argentina" ocurrida una década antes al amparo de tres principios básicos: " Orden - Jerarquía -Moralidad". Envolvían en un discurso marcial y patriótico esos principios, a pesar de haber emergido del desgarramiento del arco homogeneizante de la Nación. El pacto político y social se destruía y la sociedad asistía como observadora a ese fenómeno que ganaba cuerpo ante sus ojos.
A mediados de los años '60 el golpe de Estado se distinguía de los anteriores, más allá de sustentar un sistema de exclusión política, no sólo por desconocer la Constitución Nacional y su división de poderes, tanto como los derechos y garantías de los ciudadanos, sino por respaldar su accionar en una Proclama y un Estatuto ideados por quienes lideraran la ruptura del sistema democrático. Instrumentos que tanto en 1966 como en 1976 sometían a su arbitrio la Ley Fundamental de la Nación, asignándose "la representación de todo el Pueblo de la República". Así se constituía la "legalidad vigente".[i] Una legalidad distante de la legitimidad, que claramente negaba la representación de la Nación más allá del discurso, cada vez que intentaba despolitizar el tratamiento de las cuestiones sociales, sometiéndolas sólo a la racionalidad técnica.
El conocimiento, la educación, la cultura, y quienes tenían a su cargo producirlo y difundirlo se convirtieron -más aun que en 1966 con los efectos de la "noche de los bastones largos "- en pasibles de sospecha y eran objeto de especial vigilancia por parte de quienes se habían convertido en "los custodios de la vida de los argentinos". En verdad, desde setiembre de 1974, la universidad pública y las instituciones dedicadas a la ciencia y la tecnología, arrastraban los efectos de la intervención del poder político en sus dinámicas internas y habían tenido que aprender a hablar en clave. La Argentina estaba muy lejos del balance del Centenario, aunque se apelara a los hechos fundacionales de la Nación para legitimar este accionar.
La resolución 538 del 27 de octubre de 1977, conforme a los propósitos y objetivos básicos para el Proceso de Reorganización Nacional y entendiendo como necesaria "la erradicación de la subversión en todas sus formas " proponía, en sus considerandos, alcanzar "la vigencia de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino y la conformación de un sistema educativo acorde con las necesidades del país, que sirva efectivamente a los objetivos de la Nación y consolide los valores y aspiraciones culturales de ésta ". Le otorgaba al Ministerio de Cultura y Educación de la Nación la responsabilidad de transmitir en todos los niveles de la enseñanza, el folleto titulado: SUBVERSIÓN EN EL AMBITO EDUCATIVO (Conozcamos a nuestro enemigo). Juan José Catalán firmaba la resolución en su condición de Ministro de Cultura y Educación. Era sólo el inicio de otras duras proscripciones, anulación de libertades y quema de libros, que se sumaban para condicionar el sostenido eclipse político de los intelectuales.
Los argentinos, que debimos aprender -como diría el escritor Marcelo Damiani- "el oficio de sobrevivir", demoramos en hacer un balance y mucho más en producir un diagnóstico de la situación. Cuando lo hicimos, nos encontramos con una sociedad fracturada y con desiguales columnas en el debe y el haber del acontecimiento, su tiempo y sus circunstancias. Vale decir, sin democracia, sin libertades republicanas, sin justicia, sin respeto por la vida, sin libertad de expresión, sin legitimidad de poder y, al mismo tiempo, con exiliados dentro y fuera del país, con nuevos silencios, con desconfianza, con mayor dependencia, con violencia cotidiana, con la sospecha instalada en medio de la cotidianeidad. Era el costo de la ruptura de la hegemonía que gran parte de la sociedad argentina pagaba tardíamente, por el desencuentro ciudadano y las sucesivas desarticulaciones de las instituciones, que cada golpe de Estado imponía en medio de la anomia social inducida. La complicidad civil fue un hecho, existió, y no es bueno para la construcción de la memoria colectiva, negarla.



[i] Constitución de la Nación Argentina. Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional. Buenos Aires, Editorial Kapelusz, 1978.

jueves, 25 de febrero de 2010

HISTORIA Y MEMORIA por Noemí M. Girbal-Blacha

HACIA EL BICENTENARIO HISTORIA Y MEMORIA
1º PARTE
Conferencia en el Círculo Médico de Quilmes, 1 de octubre de 2008.
Noemí M. Girbal-Blacha (CONICET-UNQ)

Existe una "función social del pasado" que se relaciona con el presente. Estudios recientes insisten en la idea de alentar "una política de la justa memoria ", es decir, destacan la necesidad de reflexionar en torno a la memoria, la epistemología de la historia a través de sus representaciones y el olvido, como expresión del desvanecimiento y la persistencia selectiva de huellas o indicios del pasado. Podría decirse que existe demasiada memoria de algunos hechos y frecuente olvido de otros. Una situación que sustenta el legítimo reclamo de las ciencias sociales para ampliar esas interpretaciones, sin confundir como sostiene el filósofo y académico francés Pierre Nora, Memoria e Historia, pero sin olvidar que la historia ayuda a construir "los lugares de memoria ".
El olvido y la memoria en sus distintas expresiones se vinculan a la temporalización, formando en conjunto una apretada trama de condiciones subyacentes -pero esenciales- del conocimiento histórico. Hay quienes se preguntan, no sin razón, si el olvido no encierra una concepción de la "memoria manipulada". Pero más allá de estas consideraciones, es posible advertir que, la fenomenología de la memoria y la historia, forman parte de una problemática común: la representación del pasado.
Los historiadores se esfuerzan, nos esforzamos, en medio de "las conmociones contemporáneas de la memoria", por establecer nuevas relaciones entre pasado y presente, porque la historia siempre se escribe desde el presente.
"Las tragedias del siglo XX contribuyeron, en gran medida, a democratizar la historia, es decir, a hacerla vivir", sostiene Pierre Nora. No sólo el historiador, sino el testigo, se han convertido desde hace unas 2 décadas, en hacedores, en parte activa, del pasado desde distintos ángulos de observación; y así se ha transitado "de la defensa del derecho a la memoria a la defensa del derecho a la historia ".
Primo Levi en su dramática obra Los hundidos y los salvados afirmaba que "los sobrevivientes no son los verdaderos testigos" de los pasados traumáticos, son "los hundidos ", es decir los que no pueden dar testimonio porque ya no están, quienes podrían dar cuenta real de los hechos; pero el mismo Levi reconoce que también hay quienes practican un silencio terapéutico y por eso las memorias suelen ser múltiples y conflictivas.
Creo -sin embargo- que siempre existe la posibilidad de escribir "otra historia ", en un contexto de democracia; de lo contrario se somete a una muerte segura a la investigación histórica; se cristaliza la historia nacional y se anula la interpretación. La tarea del historiador es ayudar a la sociedad a reflexionar sobre si misma, más allá de que sus conclusiones resulten "políticamente correctas.”
La "verdad histórica" -en el sentido más estricto y tradicional- ha dado paso a un cúmulo de verdades históricas no necesariamente acumulativas. En cierto sentido la memoria sectorial o particular, que conmueve en sus bases -o cuando menos pone en discusión- la identidad nacional, tal como la conocimos, suele ser el resultado de los hechos pasados; de lo que nos ha tocado vivir hasta llegar hoy a las puertas del Bicentenario.
El sujeto como portador de una historia oficial a transmitir suele entrar en crisis y con esa crisis la memoria oficial también es difícil de transmitir. Es la conciencia la que se desgarra como producto del recorte de libertades, la anulación de la justicia y la omisión del derecho. La impunidad es la que rompe los lazos memoria es construcción social y también construcción histórica, de monumentos, las conmemoraciones, los emblemas, los símbolos, promueven una imagen del pasado que se intenta forjar.
El análisis histórico más allá de las fronteras nacionales, permite advertir diferencias sustantivas cuando se trata de estudiar la conformación de la Nación. Es lo que ocurre si se compara a la Argentina con los casos de Chile y Brasil, por ejemplo.
Chile nacida como Capitanía General en los tiempos de la dominación española, cuenta con un territorio de base minera y construye su independencia luchando para ampliar su estrecho territorio. El Río de la Plata, pobre en oro y plata, cuenta con el puerto como parte del imaginario para construir la Nación Argentina y lo hace mirando hacia Europa, apostando a un modelo agroexportador. Brasil, en cambio, inicia desde el Tratado de Tordesillas y sin tener posesiones en América, una productiva disputa al amparo de la pugna de intereses luso hispanos.
La diplomacia brasileña hereda la habilidad negociadora de los portugueses, en tanto la diplomacia argentina pierde amplias porciones de su territorio como lo había hecho antes España. Entre los cancilleres de Brasil y la Argentina, el Barón de Río Branco y Estanislao Zeballos, respectivamente, las diferencias son - desde este punto de vista - abismales.
Por otra parte -en el caso del Brasil- la esclavitud, el problema del dominio de la tierra y una burguesía adinerada de alta concentración pero industriosa, virará su mirada hacia los Estados Unidos, como en el caso chileno. La Argentina -en cambio- reforzará una y otra vez "el país rural", y con él, su pacto económico financiero con Gran Bretaña, hasta muy avanzado el siglo XX.
La Argentina se ha caracterizado por su escasa población, su variado paisaje, su clima benigno y por haber concentrado su población en la ruta conducente a los metales preciosos, hacia el Alto Perú, hasta los albores del siglo XIX. En tanto, desde la segunda década de esa centuria, es el puerto de Buenos Aires el que asume ese papel protagónico. Las guerras por la independencia que forjaron el camino hacia la conformación de la Nación, se planteó de espaldas al pasado indígena y mirando al otro lado del Atlántico.
La idea fuerza de la historia argentina en el siglo XIX fue sin lugar a dudas la construcción de la Nación, plasmada plenamente con el corolario de la conformación del Estado Nacional en 1880, cuando la generación dirigente del "positivismo en acción", como la calificara Alejandro Korn, se componía de "liberales en lo económico-conservadores en lo político". El Estado oligárquico daba impulso al "modelo agroexportador" de una Argentina que construía su identidad a través del puerto de Buenos Aires proyectado hacia Europa.
Los viajeros, como el naturalista y antropólogo francés Alcides D'Orbigny, así lo habían descripto muy tempranamente. En tal sentido marchaban también las ideas de algunos fundadores de la Nación dispuestos a forjar y hacer respetar la Constitución Nacional, como ocurriera con Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento. Para ambos "gobernar es poblar", aunque Sarmiento dijera que "el mal que aqueja a la Argentina es la extensión.”
En un país de casi 3 millones de kilómetros cuadrados, como el nuestro, la tierra se convierte en una expresión de poder económico y su concentración en manos de la llamada burguesía terrateniente adquiere significado político y es expresión de prestigio social. La inmigración masiva, construye la fisonomía social de la urbanización creciente y, a su vez, brinda la mano de obra abundante y barata que deja atrás la Argentina pecuaria, la "gran aldea ", para dar paso a la Argentina agropecuaria. La consolidación del poder político a través de partidos tradicionales nucleados en torno a caudillos de élite -como "los notables " Julio A. Roca, Carlos Pellegrini o Bartolomé Mitre- da consistencia a la Argentina Moderna, cuando la élite gobernante le disputa a la Iglesia el espacio que ésta detentara en materia de educación y familia. Es la Argentina positivista, la que requiere del capital externo y posiciona su economía en relación con el comercio exterior de productos agrarios, en ambos casos especialmente orientados hacia Inglaterra y Francia.
La especialización agraria es el signo distintivo de la Argentina, que concentra "el progreso " en una cuarta parte de su territorio; es decir, con un 75 % de la riqueza, la población y la infraestructura, ubicados en la rica región pampeana identificada con el movimiento portuario, el ganado mestizado, la modernización de la típica estancia pampeana, el frigorífico, los sectores criadores e invernadores de vacunos, los alfalfares y los cultivos de cereales y lino.

(FIN DE LA PRIMERA ENTREGA)