domingo, 7 de marzo de 2010

LA BATALLA DE TACUARÍ 8 DE MARZO DE 1811


LUNES 8 DE MARZO
1811 
 Belgrano y sus hombres son derrotados en la batalla de Tacuarí
Tras la retirada de 70 leguas y perseguidas por un ejército catorce veces mayor en número, las tropas porteñas se atrincheran en la margen meridional del río Tacuarí, A la distancia se acercan los paraguayos, cuya vanguardia, mandada por Fulgencio Yegros, acaba de reunirse con la división del general Manuel Cabañas. Este, que cuenta con más de 2.000 hombres y una artillería superior a la del ejército patriota, prefiere sin embargo pedir refuerzos a Velasco para asegurar el triunfo de la nueva batalla que parece inminente. El Gobernador le remite 400 hombres a las órdenes del comandante Juan Manuel Gamarra, acompañados por tres piezas de artillería. Tales son las fuerzas que enfrentarán, en breve, a 400 patriotas.
Al amanecer del 9 de Marzo las tropas de Belgrano se ven atacadas por tres puntos diferentes. Al frente, los cañones truenan durante una hora, cuando un oficial llega hasta Belgrano para anunciarle que, remontando el río, por el flanco izquierdo, avanzan cuatro botes armados y varias canoas con enemigos prestos a desembarcar. Además, por el flanco derecho, se acerca una fuerte columna. Sin perder el ánimo, Belgrano da rápidamente las órdenes:
- Mayor Celestino Vidal: rechace el avance de la izquierda. Mayor general Machain: tome 150 hombres y salga al encuentro del ataque por la derecha, pero verifique sí se trata del grueso del ejército enemigo, en cuyo caso repliéguese hasta aquí.
Mientras Vidal y Machain salen al galope a cumplir su misión, Belgrano se queda a defender el paso del Tacuarí, para aguantar el ataque enemigo.
Vidal logra rechazar la flotilla paraguaya gracias a un nutrido fuego de mosquetería. Los botes retroceden, algunos adversarios caen muertos y muchas canoas pasan a poder de los patriotas. Al mismo tiempo, el general en jefe desbarata las baterías ubicadas en la orilla opuesta, y Machain enfrenta a la columna mandada por el General Cabañas, quien, después de dar un amplio rodeo, se adelanta con un corto número de efectivos desde el bosque que franquea a las fuerzas de Belgrano. Machain olvida las órdenes de Belgrano y ataca la división enemiga, que no tarda, en engrosarse con los nuevos efectivos ocultos en la espesura. Los realistas, en un movimiento de pinzas, cubren también la retaguardia porteña, implacablemente asediada. Machain se ve obligado a rendirse, con su artillería y una carreta de municiones.
En tanto Belgrano reflexiona sobre las consecuencias de esta acción, un oficial enemigo avanza con bandera de parlamento.
El jefe paraguayo, Cabañas, intima la rendición a discreción, con la advertencia de que, en caso contrario, todos los sobrevivientes, incluso Belgrano, serán “pasados a cuchillo”. El representante de la Junta, después de rechazar altanero semejante intimación, envía su propio parlamentario, quien entra en conversaciones con Cabañas. La correspondencia entre el jefe paraguayo y Belgrano pone de manifiesto la habilidad política de éste para obtener no sólo la buena voluntad, sino hasta la amistad del General  vencedor, e incluso lograr un vuelco ideológico que será germen del movimiento revolucionario paraguayo.
Tras la amenaza ya apuntada, Cabañas se dirige al “señor don Manuel Belgrano” para permitir que el ejército patriota, “que había venido no a hostilizar la provincia del Paraguay, sino a auxiliarla”, se retire al otro lado del Paraná. En seguida Belgrano oficia al “señor general don Manuel Cabañas” para manifestarle que acepta lo acordado, al tiempo que lo invita a entablar conversaciones con el objeto de persuadirlo de las buenas intenciones de la Junta de Buenos Aires. Al día siguiente, 10 de Marzo, Cabañas acepta la invitación, y ese mismo día Belgrano remite al “señor don Manuel Cabaña” un largo oficio donde puntualiza ocho circunstancias mediante las cuales podría llegarse a un acuerdo fraterno entre los paraguayos y la Junta. En primer lugar, propone el libre intercambio de todos los ramos; luego, invita al Paraguay a enviar un diputado; hecho eso, la ciudad de Asunción formará su propia Junta; Belgrano se compromete a reparar, con especies o dinero, los daños que su ejército hubiera causado en los ganados y caballadas del Paraguay; en seguida, Cabañas debe comprometerse a no tomar represalias contra los paraguayos encolados en el ejército patriota; los prisioneros hechos en Paraguarí y Tacuarí serán devueltos con sus armas, y el parlamentario Ignacio Warnes será liberado; por último, los paraguayos devolverán la libertad a “todos los paisanos que se hallan en Borbón y demás presidios por haber sido de la causa de la excelentísima Junta de las Provincias del Río de la Plata”. Sin lugar a dudas, semejantes propuestas exceden en mucho las pretensiones que puede tener un jefe vencido.
La respuesta de Cabañas, dirigida ya al “señor general don Manuel Belgrano”, lejos de mostrar perplejidad, es cordial. El jefe paraguayo se limita a señalar que carece de facultades para resolver todos los puntos, pero acepta en principio las gestiones pertinentes; y se despide del jefe enemigo declarándose respetuosamente “su mejor servidor”. El 12 de Marzo Belgrano remite a Cabañas otro oficio, cuyo contenido representa un planteamiento doctrinario de la Revolución, e incluso la advertencia de que la Junta de Buenos Aires no tolerará la insolencia de los que, como Elío, se alcen contra su legítima autoridad; al final, reitera su promesa de devolver los ganados. Ese mismo día Cabañas escribe al general patriota para informarle que Fulgencio Yegros, jefe de la vanguardia paraguaya, facilitará al ejército de Belgrano tres canoas para el cruce del tío; y en seguida le pide medicamentos para curar los heridos. El 13, una nueva carta de Belgrano, escrita ya en términos amistosos, informa que Yegros llevará los medicamentos, y prevé la “gloriosa unión” del Paraguay al resto del Río de la Plata. La respuesta de Cabañas, al “señor don Manuel Belgrano”, se inicia con los siguientes términos: “Mi muy estimado dueño y señor mío”. Es una carta casi particular en donde puntualiza sus propósitos de armonía y reconocimiento. La despedida es tan elocuente y ceremoniosa como el comienzo:
"Tengo el alto honor de decirle que soy su amigo por el alto aprecio que le merezco con tal título y procederé en todo cuanto pueda corresponder mientras viva y pueda" (14 de marzo).
Belgrano no queda atrás en afecto: “Mi estimado paisano y señor”, comienza su carta del 15 al “señor don Manuel Cabañas”. Allí le hace saber que, por conducto de Félix Aldao, remite 58 onzas de oro para auxiliar “a las viudas de mis hermanos los paraguayos que han perecido en las acciones de Paraguarí y Tacuarí”; en seguida le notifica sobre los éxitos alcanzados por la Revolución en la Banda Oriental, para insistir en la conveniencia de que el Paraguay reconozca a la Junta de Buenos Aires. “Conozco los sentimientos de usted, - termina - y le amo como el mejor de mis amigos." El 17 Cabañas acusa recibo de esa carta al “Excelentísimo señor don Manuel Belgrano”. Ya se trata de solicitar y dar favores, aunque pide aclaración sobre un eventual sentido de amenaza que advierte en las expresiones jocundas de Belgrano. El 18 y el 21 de Marzo, en dos cartas sucesivas, Belgrano da a Cabañas todas las explicaciones necesarias, le avisa que le envía nuevos medicamentos, y termina invitándolo a trabajar con todo ahínco por la unidad de estos pueblos que, por una lamentable mala interpretación, acaban de desangrarse en el campo de batalla.
Con el armisticio de Tacuarí, Belgrano ha hecho prender la idea revolucionaria en el general Cabañas y en sus oficiales. Pronto, la llama se extenderá a todo el Paraguay, a pesar de las reservas del Gobernador Velasco y del Cabildo asunceño. Para Bartolomé Mitre, Belgrano “fue el verdadero autor de la resolución del Paraguay”, pensamiento que un protagonista de ese suceso, el paraguayo Pedro Somellera, subraya de esta manera:
"La única, verdadera e inmediata causa que influyó en ella (la Revolución paraguaya), fue la inoculación que los paraguayos recibieron en Tacuarí."
Sin embargo, el gobierno porteño juzga que la campaña militar del Paraguay ha sido un fracaso, y forma proceso a Belgrano, que se iniciará el 6 de Junio de 1811. No obstante, dos meses después el juicio ha de concluir con el sobreseimiento del general porteño.

De “Batallas de la historia”, Belgrano en el Paraguay.- 
www.historiadelpais.com.ar

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