La historia es una sola, pero las interpretaciones son numerosas y están cargadas de ideología, todas, tanto la llamada Historia Oficial como la de los que se oponene a ella. Se deben recorrer todas estas opciones históricas y el espíritu libre, inquisitivo y crítico de cada argentino hará lo demás.
El historiador Norberto Galazo en su voluminoso y revelador libro “Seamos libres y lo demás no importa nada” (Vida de San Martín), editado por Colihue en 2007, muestra una faceta del Libertador ajena el militar exitoso en refriegas, batallas y cuarteles sino que, en su documentación aparece un hombre con ideas claras y firmes sobre el pensamiento fundacional dela Revolución Francesa. LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDA, nos presenta un Padre de la Patria que luchaba contra el absolutismo y el clericalismo. Recorramos algunas páginas de este libro:
(compilación Chalo Agnelli)
[…] La personalidad de San Martín se modela, sin duda alguna, en España y aún sus primeros años de vida en América están marcados por la familia española y la cultura guaranítica, y de ninguna manera por una supuesta influencia antihispánica causante, treinta, años después, de un giro total en su vida.
Por supuesto, estas explicaciones carecen de fundamento científico. "Razones telúricas", "recuerdos infantiles", "el llamado de la selva misionera", etc., constituyen fábulas inconsistentes. La personalidad de San Martín se modela, sin duda alguna, en España y aun sus primeros años de vida en América están marcados por la familia española y la cultura guaranítica, y de ninguna manera por una supuesta influencia antihispánica causante, treinta años después, de un giro total en su vida.
Lo que ocurre es que los historiadores liberales, revisionistas rosistas y, asimismo, los de la Historia Social , parten de la tesis mitrista según la cual los movimientos producidos en América entre 1809 y 1811 tuvieron carácter separatista, antihispánico, tesis que responde a la óptica de las burguesías comerciales de los puertos (que participan en esos procesos persiguiendo la apertura económica hacia los ingleses). Desconocen, en cambio, que los pueblos y los principales líderes revolucionarios estaban alentados por objetivos democráticos -"libertad, igualdad y fraternidad"- no secesionistas inicialmente, en tanto España vive, por entonces, una revolución similar, y que devendrán separatistas en la medida en que este último proceso se frustra. (La distribución de estampas con efigies del rey cautivo, por French y Beruti, en los días de Mayo, la jura por Fernando VII por parte de la Primera Junta , la presencia de españoles, en la misma, como Larrea y Matheu, y la postergación de la declaración de la independencia hasta 1816 se explican sólo por el carácter inicialmente democrático, no separatista, de la revolución.)
Sólo desde esa óptica es posible entender la decisión de San Martín, así como la de tantos otros españoles sumados a la lucha antiabsolutista en América.
Pero si el movimiento de Mayo fuese independentista, separatista, desde sus inicios, si constituyese una guerra nacional contra España y brotase de un odio profundo a lo español, como lo señala Mitre, ¿por qué razón este teniente coronel del ejército español solicita el retiro con una excusa, como veremos, inconsistente, para alejarse del cuerpo militar al que pertenece desde hace veintitrés años y ya transpuestas las fronteras españolas, incorporarse en América a un ejército enemigo del suyo? A. Oriol I. Anguera sostiene a este respecto: "No es tan fácil como parece justificar la actitud de San Martín en Cádiz, en 1811, y menos para un español... Para que un militar español sea perjuro a la bandera que ha prometido defender con su sangre debe haber pesado una crisis profunda... Decir que en aquel momento San Martín sintió arder su sangre criolla o que oyó la voz de la tierra que lo vio nacer, es un lirismo para salir del paso." Y agrega, páginas después: "San Martín desertó en Cádiz".
Patricia Pasquali, por su parte, desde el mitrismo, señala que: "Gregorio Marañan advirtió con agudeza que se trataba nada menos que de la trágica encrucijada de un militar español que se sentía impelido a luchar contra España... Sabía que se exponía a que su reputación quedase tiznada en el juicio de muchos por la culpa de la traición."
Asimismo, Alberto Larrán de Veré - desde la misma vereda: Editorial Atlántida, Biblioteca Billiken - se apresura a proteger el alma de los escolares: “San Martín regresó por la justicia del movimiento estallado en Buenos Aires y no, por supuesto,'como algunos pretenden tratarlo, poco menos que como desertor o prófugo.”
Pero la disyuntiva es de hierro: si la revolución fuese antihispánica, probritánica, como surge de la Historia Oficial (libre importación, protección de Strangford y Canning, odio a España, etc.) San Martín desertó y se pasó al enemigo. Si, como sostiene Mitre, su propósito al venir al Río de la Plata fue la independencia, es decir, separar estas tierras de España, no le cabe otro calificativo - desde la perspectiva española - que el de traidor, aunque esto sea motivo de escándalo para los académicos y profesores de historia. Pero, en ese caso, la polémica se traslada a otro eje: ¿cuál es la causa por la que un veterano de guerra, un teniente coronel con veintidós años de antigüedad en el ejército español, lo abandona para sumarse a quienes luchan precisamente contra ese ejército?
Por supuesto, la historiografía oficial ha preferido no agitar las aguas sobre este asunto que cuestiona la imagen del Padre de la Patria. El regreso de San Martín queda como una de las tantas incógnitas de nuestra historia y cuando hay que ofrecer respuesta, se recurre al argumento infantil del "llamado de la selva" o "las tuerzas telúricas".
Capítulo 1 - PP 34 y 35
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