LUNES 18
1817:
Parte de Mendoza la expedición libertadora hacia Chile a las órdenes del General San Martín, iniciando el histórico cruce de Los Andes.
De Galasso, Norberto. “Seamos libres y lo demás no importa nada” Pág. 207
El cruce de los “inmensos montes”
“No se trata, sin embargo, como ingenuamente creen los colegiales, que San Martín haya sido el primero en cruzar por entre las inmensas moles montañosas, pues desde la época de la conquista ya se verifica el paso de fuerzas militares a través de las mismas. Un historiador chileno cita el caso de don Alonso de Sotomayor, gobernador de Chile, quien, con más de 400 hombres, pasó de Chile a Mendoza. Y en épocas más cercanas (1811), cerca de 400 reclutas enganchados en Chile por Manuel Dorrego y Alvarez Jonte fueron enviados por partidas a Buenos Aires16. Las Heras, asimismo, había participado en la revolución chilena al frente de un regimiento con el cual regresó a Cuyo, donde también llegaron, en 1814, las derrotadas fuerzas de Carrera y O'Higgins.
La importancia que adquiere el cruce de los Andes, en el caso de San Martín, reside en que el número de hombres, armamento, provisiones y transportes, alcanza una dimensión mucho mayor que en los casos anteriores y que después de atravesar los altos montes debe encontrarse en condiciones de combatir.
Estas circunstancias explican la preocupación del General, tantas veces expresada en los atardeceres mendocinos, cuando contempla aquellos majestuosos macizos donde los últimos rayos del sol juegan un arco iris de asombro.
Sólo quien haya cruzado la cordillera en tren o en auto -señala el padre Guillermo Furlong— puede formarse una idea de lo que fue cruzarla en 1817... sin carreteras, sin puentes ni túneles, como ahora. Un camino de muías, más que caminos, huellas empinadas y tortuosas, senderos de cornisa... Llevar un ejército de 5423 hombres, con 9280 muías, 1500 caballos y 16 piezas de artillería, además de sobrestantes, anclotes, vituallas, forraje y municiones... Fue una hazaña que raya en la esfera de lo impracticable, de lo imposible.”.
Ahora, ya dispuesto el cruce, San Martín escribe: El 17 empieza la salida de la vanguardia: las medidas están tomadas para ocultar al enemigo el punto de ataque. Si se consigue y nos dejan poner pie en el llano, la cosa está asegurada. En fin, haremos cuanto se pueda para salir bien, pues si no todo se lo lleva el diablo18.
Esto explica, asimismo, esta confidencia a su amigo Guido, cuando el sinnúmero de preparativos lo abruman: ...Yo no me entiendo con muías, víveres, hospitales, :-iballos y una infinidad de carajos que me atormentan para que salga el ejército19.
Años después, recuerda: ... Las dificultades que se tuvieron que vencer para el paso de las cordilleras, sólo pueden ser calculadas por el que las haya pasado. Las principales eran la despoblación, la construcción de caminos, la falta de leña y sobre todo, de pasto. El Ejército arrastraba 10.600 muías de silla y carga, 1600 caballos y 700 reses... Dos obuses de 6 y 10 piezas de batalla de a 4, que marchaban por el camino de Uspallata, eran conducidos por quinientos milicianos con zorras y mucha parte del camino a brazo […]
1878:
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