sábado, 17 de octubre de 2009

LORENZO BARBOSA

El negro Lorenzo Barbosa en el Callao,

por Ernesto Poblet

Sucedió en 1821 en medio de las luchas de San Martín en el Perú, el Almirante Cochcrane en el Pacífico, y el General Arenales en las sierras. Un regimiento criollo, compuesto en parte por argentinos, cae prisionero del enemigo. Los encierran en las casamatas del Callao. El primer y gran problema que se presenta es el hambre. A los proveedores no les alcanzaban los víveres. Lo poco que llegaba se cobraba al riguroso contado y a precios imposibles por la falta de dinero.Frecuentaba el lugar, el negro Lorenzo Barbosa, con dos inmensas canastas que sujetaba mediante una cuerda pendiente del cuello. Vendía tortas, pasteles, galletas y lo que podía fabricar en su casa. Sabía Lorenzo que los criollos ya no disponían de dinero. Los clientes del negro habían sido tradicionalmente los mismos oficiales del ejército realista, pero en su recorrido de todos los días, había iniciado una corriente de simpatía con los desgraciados prisioneros. Es que el negro, a través de gestos y guiños, se había manifestado solidario con la causa de la Independencia.El más atrevido en acercársele fue un porteño, el teniente Díaz... Le ofrece al negro un sistema de fiado apuntando las ventas, parecido al estilo de “la libreta del almacén”. El Convenio se sella con dos frases: -“Negro, apuntá bien que el día del triunfo te lo pago todo con creces...”. –“Mi teniente, ese día los voy a perseguir a todos y los voy a volver locos, pero no para cobrarles sino para festejar...”.Parece que el negro Barbosa, ducho en su negocio, cobraba siempre más caro y al riguroso contado a los oficiales españoles. A los criollos, más barato y al fiado, pero se trataba de un generoso fiado a mejor fortuna, pues no se podía saber el resultado de la guerra. Se las había ingeniado, el negro, para instituir un subsidio por medio del cual los carceleros subvencionaban a sus presos.La cuestión es que el negro Barbosa logró salvar de la hambruna a una cantidad de soldados del ejército libertador. Cuando llega el triunfo patriota y la consecuente liberación, los beneficiados por la comida del negro logran pagar su deuda con alegría y agradecimiento.San Martín convoca a una solemne formación en la Plaza de Armas del Cuartel General para entregar los premios de la Orden del Sol a los soldados que se habían destacado en la hazaña militar. El negro Barbosa no quiere faltar a la ceremonia. Serán premiados sus amigos alimentados en las largas horas de la prisión. El General en Jefe enumera la lista de los premiados. El negro sube a un pequeño muro y se apoya en un poste para observar y aplaudir con sus ojos saltones, desbordantes de alegría, cada vez que San Martín nombra a uno de los suyos: “...Orden del Sol para Gerónimo Olivares, Sargento de Valparaíso, Chile...”. “ Orden del Sol para Jacinto Díaz, Teniente de Buenos Aires, Provincias Unidas del Río de la Plata...”. “ ...Orden del Sol para Manuel Cáceres, Sargento de Mendoza, Cuyo...”. “Orden del Sol para Lorenzo Barbosa, Pastelero del Callao, Perú...”. Cuentan que el negro Barbosa se desplomó hacia atrás al oír las últimas palabras del Libertador.
www.clubdelprogreso.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario