El 6 de octubre de 1876 fue sancionada la ley Nº 817 de Inmigración y Colonización, que significó un acontecimiento trascendental y de positiva proyección para el devenir demográfico del país.
Este instrumento legal fue promulgado trece días más tarde, es decir, el 19 de octubre de 1876.
La iniciativa de esta previsora ley le correspondió al entonces presidente de la nación Dr. Nicolás Avellaneda quien ejerciera su cargo desde el 12 de octubre de 1874 hasta el mismo día de 1880.
Antes la necesidad de aprovechar las grandes extensiones de tierra de nuestro país elevó al Congreso esta ley que daba pautas sobre la inmigración y la colonización.
Precisamente a él se debe una frase muy difundida en la época y que resumía un poco su pensamiento: "Todo está salvado cuando hay un pueblo que trabaja".
Conocida también como Ley Avellaneda, este instrumento legal conformaba una política sensata sobre ambos aspectos, es decir, que no anulaba las posibilidades de la inmigración espontánea, pero daba oportunidad de realizar una adecuada selección de los inmigrantes. Permitió además la distribución más equitativa de los territorios a colonizar.
En ella se definía los requisitos y procedimientos propios de aquella época, siendo uno de los aspectos más importantes el que ella complementaba y asignaba extensividad a las disposiciones constitucionales, por cuanto tuvo la virtud de inaugurar el equipamiento de los derechos civiles de los argentinos y de los extranjeros, proporcionado una trascendente unidad en los aspectos laborales, institucionales y de productividad, que se concretaron en el extraordinario desarrollo integral de todos los sectores del quehacer nacional.
Inmediatamente después de la promulgación de la Ley 817, comenzó su difusión en todos los países, fundamentales en Europa y allí, haciendo mayor hincapié, en Italia y Austria.
En estas dos naciones se nombraron agentes de inmigración que debían ser quienes organizaran las tareas relativas a hacer conocer a fondo las ventajas que ofrecía el gobierno argentino a toda persona que quisiera radicarse en este territorio para colonizarlo.
En la zona que en ese momento pertenecía a Austria la campaña fue fácil, no así en Italia que se resistía a dejar salir en forma masiva a sus hijos para radicarse en otro país.
De cualquier manera, por el empeño puesto de manifiesto por el Cónsul Argentino en Génova, Dr. Eduardo Calvari, por la labor inicial de los agentes de inmigración y por el gran interés despertado en la gente que por sí misma proporcionaba la idea, muchos fueron los interesados en embarcarse hacia América para iniciar una nueva vida.
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