lunes, 26 de abril de 2010

CENTENARIO/BICENTENARIO - HISTORIA OFICIAL - REALIDAD DOCUMENTAL

En la revista “Viva” del diario Clarín del último domingo 25 de abril, dice acertadamente el historiador Felipe Pigna, Cumplimos doscientos años, intensos, plenos de todo, escasos, excesivos, depende de como se mire. Pero sólo un necio o un malintencionado podría decir que estamos igual o peor que en 1810 o en 1910. Esa afirmación no implica la descalificación de un gobierno en particular sino de todos los logros del pueblo argentino en estos cien o doscientos años (según el caso)”
 Efectivamente esa Argentina “del ganado y de las mieses” no era tal como la pintó la “historia oficial”. La historia que desde Mitre hasta mediados del siglo XX se encargó de enmascarar el pasado.
La riqueza que se pregonaba durante los años del Centenario era tan sólo para unos pocos integrantes de la oligarquía agrícola-ganadera y que además detentaban el manejo del puerto de Buenos Aires y por ende la importación y exportación. Un oligarquía conservadora en sus leyes consuetudinarias y para adentro, pero liberal en lo económico y para afuera.
En esa Argentina no existía la limitación a 8 horas de la jornada laboral, aún no se había prohibido el trabajo a menores ni de embarazadas ni el trabajo nocturno no se gozaba del descanso de 36 horas semanales no existía control alguno contra el trabajo insalubre ni el trabajo a destajo o por subasta.
La necesidad y la especulación levantaron espantosas barracas donde se hacinaba la gente de trabajo, los inmigrantes habitaban en conventillos que eran una degradante vidriera de miserias, enfermedades como el tifus, el cólera, olor fétido, decadencia moral.
Las viejas familias de las clases dirigentes de los barrios Barrancas al Norte, San Telmo, Balvanera y Monserrat, enriquecidas con la agro-ganadería, habían levantados fabulosos palacios en  norte de la ciudad  (Ortiz Basualdo, Anchorean, Duhau, Gainza Paz, Pereyra Iraola, Olmos Harialos, Alcorta, etc) y transformaron sus viejas casonas en los llamados conventillos, focos de todos los males humanos. Alquilaban piezas en las que se amontonaban familias de hasta 10 integrantes. Escribió Alejandro Bunge; "… y aún conociendo los conventillos, se ignora cuantas personas viven en cada pieza, creerá que las condiciones de la vivienda son inmejorables desde el punto de vista de su capacidad, su ventilación y su luz. Y son muchos los que ignoran el hacinamiento de los conventillos. Aún visitándolos de día y examinando el interior de las piezas, no es posible formarse una idea clara de la aglomeración real, dado que, en una pieza no se ven, por lo general, más de dos o tres camas. Pero es el caso que de noche las cosas cambian de aspecto; cuando todos han regresado al hogar se descubre que, en la pieza de tres camas viven siete, ocho y aún nueve personas. Para dormir se acomodan varios niños en una cama, alguno en un cajón que de día sirve de banco o de mesa. Es necesario leer con atención los números que arroja la investigación de la vivienda para comprenderlo, y ya hemos visto que, en la capital, el ochenta por ciento de las familias de trabajadores habita en una pieza con un promedio de cinco personas por pieza, y que, de aquellos, el quince por ciento se compone de quince a once personas".
A todo esto se sumaba que cualquier reclamo que surgiera de hombres o mujeres inmigrantes fueran expulsados del país.
Para legalizar esta medida, en 1902 se presentó un anteproyecto al Congreso que fue sancionado con el nombre de Ley de Residencia, por la que se aportó a los principales activistas y dirigentes sindicales extranjeros.
La respuesta no se hizo esperar. En 1903 Estas injusticias determinaron la creación la U.G.T.la F.O.R.A. “FEDERACION OBRERA DE LA REPUBLICA ARGENTINA”; ambas organizan un Congreso para la fusión, de donde nace la C.O.R.A. “CONFEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA”, sin fuerza por la ausencia de muchas organizaciones; luego de varios Congresos de la FORA se reúne un nuevo Congreso de Unidad, del cual surge la U.S.A. “UNION SINDICAL ARGENTINA”. “UNION GENERAL DE TRABAJADORES” que reunía a 43 asociaciones obreras, con 7.400 afiliados y con mayor influencia socialista; los anarquistas por su parte habían creado
El 13 de Septiembre de 1907 en las 132 piezas del conventillo de la calle Ituzaingó 279 en el barrio de Barracas, comenzó la huelga más masiva de la época: Una medida de fuerza realizada por más de cien mil inquilinos de conventillos. Durante dos meses lucharon, entre otras reivindicaciones, por la reducción del 30 por ciento en el precio de los alquileres de las miserables piezas que habitaban. Hasta no obtener ese descuento no pagarían más. Impulsaron la designación de delegados por conventillo y crearon una dirección centralizada. Fue el comité central de la Liga de Lucha Contra los Altos Alquileres e Impuestos el que lanzó la huelga general aquel viernes 13 de septiembre. La huelga se extendió como un rayo a otros cientos de conventillos de la ciudad, Avellaneda, Lomas de Zamora, Bahía Blanca, Corrientes y Rosario.
El diario La Prensa contará que el 21 de octubre la Policía intentó desalojos en un conventillo de la calle Perú, "pero las mujeres ya estaban preparadas e iniciaron un verdadero bombardeo con toda clase de proyectiles, mientras arrojaban agua que bañaba a los agentes".
La resistencia a los desalojos tuvo diversos métodos. Por ejemplo cerrando las puertas de calle con cadenas y manteniendo guardias día y noche. Junto a las puertas acumulaban piedras, palos y todo elemento intimidatorio. Algunas crónicas relatan la decisión en algunos conventillos, de colocar enormes calderos con agua hirviendo amenazando despellejar a quienes intentaran echarlos. Un siglo antes, ésa había sido la táctica contra el invasor inglés. Los desalojos tuvieron un final funesto.
El 22 de octubre una comisión judicial y policial fue a ejecutar un desalojo a la calle San Juan 677. El rumor corrió y cientos de vecinos quisieron impedirlo. Entre los gritos, los golpes y los sablazos, se abrió fuego. Cayó fulminado con un tiro en el cráneo un muchachito obrero baulero, Miguel Pepe, de 18 años. En esos días la Policía era comandada por el nefasto coronel Ramón Falcón [1], el mismo que dirigió la represión obrera durante la Semana Trágica de 1909.
Ante la firmeza del reclamo algunos propietarios cedieron. La alegría recorrió la ciudad. En muchos patios, entre piletas y malvones, hubo fiesta y baile. Paladeaban el triunfo. Pero en donde la organización era débil, los desalojos avanzaron. Y el golpe final fue en el conventillo líder ocurrió el 14 de noviembre: 250 hombres a máuser y bayonetas lo invadieron y la casa de Ituzaingó 279 quedó transformada en una barraca de la milicia.
La huelga se hizo larga. La cárcel aisló a muchos dirigentes. Y la Ley de Residencia, que autorizaba a expulsar del país inmediatamente a todo extranjero "revoltoso", mandó a otros a su país natal. Docenas de familias se reubicaron en piezas compartidas con vecinos. Otros se instalaron en plazas y en huecos de la ciudad. Hasta en la Plaza de Mayo hubo colchones más de una noche.

Decíamos en la nota del este blog del 22 de diceimrbe de 2009, “En aquel 1910, no todo era idílico en la tierra que los protagonistas de esa Argentina llamaron el país de ‘los ganados y las mieses’ (v.g. Leopoldo Lugones, padre)

El 1º de Mayo de 1909 para homenajear a los mártires de Chicago, Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco, y en protesta por la desocupación, los bajos salarios y las malas condiciones laborales (aún no existían las 8 horas de trabajo ni el sábado inglés), se produce un sangriento enfrentamiento entre manifestantes obreros y la policía. Participaron más de 10.000 personas, entre mujeres, hombres y niños. Los trabajadores fueron barridos a tiros en la plaza Lorea y en los sepelios de los caídos se reiteraron los enfrentamientos y se sumaron los caídos. Murieron 11 obreros. El gobierno dictó el estado de sitio y centenares de trabajadores fueron encarcelados; muchos rumbo a Sierra Chica y otros al penal de Tierra del Fuego.”

Así se vivía en los años previos al Centenario cuyos festejos fueron para la clase dirigente, la oligarquía agro-ganadera y sectores de la clase media que vivía en la Capital Federal y sus inmediaciones. El pueblo llano ignoraba totalmente el acontecimiento ni hubo festejos destinados a esos grupos sociales.
Hay disparidad  entre el centenario y el bicentenario de la Revolución de Mayo, la que dio pie al inicio de la gesta emancipadora, pero en cien años el pueblo argentino obtuvo éxitos y victorias muchas del las cuales hoy gozamos, pero de tan evidentes ignoramos a los que lucharon por conquistarlas. 
En cien años el pensamiento, la intelectualidad, el arte y el deporte, dieron a la Cultura Nacional valores incalculables: Luís Agote, Martha Argerich, Julio Bocca, Ernesto Sabato, Marco Denevi, Eva María Duarte de Perón, Alicia Moreau de Justo, Jorge Luís Borges, Julio Cortázar, Carlos Gardel, Nini Marshal, José Ramos Delgado, Diego Maradona, Laureano Maradona, Jorge Newbery, Adolfo Pérez Esquivel, Bernardo Houssay, Julieta Lantieri, Enrique Finochietto, Ana María Barrenechea, Rene Favaloro, Alejandro Bustillo, Antonio Berni, Mercedes Sosa, Carlos Gorostiza, Benito Quinquela Martín, María Elena Walsh, César Milstein, Félix Luna, Eugenia Sacerdote de Lustig, Luís Federico Leloir,  Armando Discépolo, Juan Carr, Gabriela Sabatini, Domingo Liotta, Maximiliano Guerra, Juan Vucetich, Alfredo Alcón, Huego del Carril, Tita Merello. Norma Aleandro, Quirino Cristiani ... ... ...  Todos hombres y mujeres que en los útimos cien años enriquecieron el SER NACIONAL.
Investigación y compilación Prof. Chalo Agnelli




[1] Nefasto nombre que llevó hasta no hace muchos años la actual plaza del Bicentenario de Quilmes. El símbolo más representativo de la clase dirigente de la primera mitad del siglo XX,, como lo demuestran los homenajes eternizados en calles, plazas y edificios públicos. La propia escuela de oficiales de la Policía Federal lleva su nombre.

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